En los últimos tiempos, existe una gran expectación entorno a las “ómicas”, y surgen términos como genómica, transcriptómica, proteómica y un largo etcétera, que se hacen difíciles de seguir fuera del entorno de la Biología Molecular. En esta entrada, nuestra intención es aclarar estos términos. En entradas posteriores, se explicarán algunas aplicaciones y mostraremos proyectos del departamento de Sanidad Animal que integran estas metodologías.
El sufijo ómico es un neologismo procedente del inglés que se utiliza para referirse al estudio de la totalidad o del conjunto de algo. Hoy en día, las ciencias ómicas se definen como aquellas que permiten estudiar un gran número de moléculas implicadas en el funcionamiento de un organismo.
Las principales ómicas son:
– la genómica: estudio del genoma completo de un organismo, es decir, todos los genes que se encuentran en un organismo, diferenciándose de la genética, que estudia los genes a nivel individual.
– la proteómica: estudio a gran escala del conjunto completo de proteínas que un organismo o sistema produce o modifica. Se trata de analizar la estructura y la función de las proteínas además de estudiar cómo interactúan entre ellas.
– la transcriptómica: estudio de la caracterización y cuantificación del conjunto de ARNs transcritos en la célula. No olvidemos que el ARN es el componente molecular intermedio entre el ADN que contiene la información y la proteína que va a ser el componente molecular que cumple la función.
– la metabolómica: estudio del perfil de los metabolitos (moléculas pequeñas) que se producen como consecuencia del funcionamiento de los procesos celulares y que están presentes en una muestra biológica.
– la metagenómica: estudio de la estructura y función de todas las secuencias de nucleótidos aisladas y analizadas de todos los organismos (habitualmente microorganismos) en una muestra.
– la epigenómica: estudio de los cambios epigenéticos de una célula. El epigenoma está integrado por diferentes compuestos químicos y proteínas que se unen al ADN y modifican su función. Estás uniones se denominan “marcajes” y no cambian la secuencia del ADN, sino que dirigen determinadas acciones como pueden ser la activación o desactivación de genes, y el control de la producción de proteínas en determinadas células. Algunas veces estas “marcas” pueden pasarse de una célula a otra según se van dividiendo y también pueden ser transmitidas a través de las generaciones.
Las ómicas se han ido desarrollando y ramificando a lo largo de los años alimentadas por:
– el desarrollo tecnológico de equipos que han permitido analizar muchos parámetros a la vez, a gran escala.
– el progreso de las ciencias computacionales aplicadas a la bioinformática, que han permitido analizar la ingente cantidad de datos generados, facilitando su interpretación.
– la formación de grupos multidisciplinares constituidos por biólogos, químicos, médicos, veterinarios, farmacéuticos, bioinformáticos y bioestadísticos que han trabajado en la interpretación de los datos generados.
De esta manera, se ha llegado a una mayor comprensión del funcionamiento de los seres vivos, su fisiología e interacción con el medio-ambiente y ecosistemas en los que se integran. Es especialmente importante el impacto que han tenido las ómicas en un mejor entendimiento de la causa de ciertas enfermedades, mejorando la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de éstas.