El ganado vacuno en sistemas de manejo extensivo o semi-extensivo sufre picaduras por garrapatas en determinadas épocas del año, cuando accede a zonas infestadas. La parasitación masiva por estos artrópodos puede dar lugar a cuadros de anemia y debilidad, pero, además del efecto de la propia picadura, las garrapatas también son capaces de transmitir una amplia variedad de agentes patógenos durante el proceso de alimentación en el hospedador. En el ganado vacuno las hemoparasitosis causadas por piroplasmas y anaplasmas son las de mayor relevancia por los efectos negativos que ocasionan en la producción. Las piroplasmosis están causadas por protozoos de los géneros Babesia (B. bovis, B. bigemina, B. divergens y B. major) y Theileria (T. annulata, T. buffeli). Los síntomas clínicos de las piroplasmosis son bien conocidos por veterinarios y ganaderos. Otros hemoparásitos de interés en ganado bovino son los anaplasmas. Los anaplasmas eritrocitarios – Anaplasma marginale y A. centrale– son bacterias intracelulares Gram negativas que originan una anemia hemolítica grave. Los anaplasmas granulocíticos (A. phagocytophilum) producen la enfermedad denominada fiebre por garrapatas, causando anemia, leucopenia, abortos, mastitis, inmunosupresión y pérdidas en la producción en animales que se exponen por primera vez a garrapatas infectadas.
La distribución de las diferentes especies de piroplasmas y anaplasmas dependerá de la distribución de las garrapatas vectoras. Así, como ejemplo, T. annulata es transmitida por especies de Hyalomma sp, mientras que T. buffeli parece ser transmitida por H. punctata. Las poblaciones de Hyalomma son escasas o están ausentes en la cornisa cantábrica, mientras que en la mitad sur de España son abundantes, por lo que los casos clínicos por T. annulata están principalmente concentrados en la mitad sur de España y en la zona mediterránea. Al contrario, Ixodes ricinus, transmisora de B. divergens y A. phagocytophilum, tiene unos requerimientos de temperatura y humedad elevados, por lo que es muy abundante en la zona norte y escasa en el centro y sur de España, por lo que las patologías asociadas a estas especies se darán principalmente en la zona norte. Por ello, el conocimiento de las especies de ixódidos presentes en una zona nos indicará qué tipo de agentes patógenos nos podemos encontrar en el ganado vacuno.
El diagnóstico consiste en la observación del parásito mediante análisis microscópico de frotis sanguíneos. El pico de parasitemia suele coincidir con el máximo de hipertermia; luego, tiende a disminuir, por lo tanto hay que procurar tomar las muestras de sangre con EDTA en la fase de hipertermia, y sobre todo, antes de aplicar ningún tratamiento. Morfológicamente es posible diferenciar algunas especies de piroplasmas, pero al ser pleomórficas, en ocasiones es difícil llegar a saber la especie por el examen microscópico y hay que recurrir a métodos moleculares. Además, los métodos moleculares ayudan a identificar animales portadores o en fases crónicas de la enfermedad. En el Servicio de Diagnóstico de NEIKER disponemos de métodos de identificación de piroplasmas y anaplasmas, y tenemos una amplia casuística obtenida a partir de las muestras que nos llegan con sospecha de hemoparasitosis. Así, en las Jornadas de ANEMBE celebradas en Cáceres el pasado 16 y 17 de febrero estuvimos allí presentando los resultados sobre la distribución de las especies de piroplasmas y anaplasmas en las diferentes comunidades autónomas. En la imagen, por ejemplo, podréis observar las diferencias de distribución y abundancia de las especies de piroplasmas.