En entradas anteriores ya se ha indicado que la tuberculosis animal sigue siendo preocupante desde el punto de vista sanitario y económico. Esta enfermedad está causada principalmente por las bacterias Mycobacterium bovis y Mycobacterium caprae, y afecta de manera natural a una amplia variedad de especies animales. Aunque el conejo se haya empleado como especie modelo en estudios experimentales, se le considera poco susceptible a la infección por éstas micobacterias y, por lo tanto, poco capaz de participar en la epidemiología de la tuberculosis en condiciones naturales. Además, hasta ahora, nunca se ha demostrado la infección por M. caprae en conejos. Recientemente, el Departamento de Sanidad Animal de NEIKER recibió una coneja procedente de una explotación, situada en otra Comunidad Autónoma, con 1.000 madres y 10.000 conejos en diferentes fases de engorde en la que algunos animales mostraban pérdida progresiva de peso y finalmente caquexia. Gracias a los análisis anatomopatológicos, microbiológicos y moleculares realizados, se diagnosticó tuberculosis y se identificó M. caprae como el agente causal. Posteriormente, se confirmó la misma enfermedad en otros 10 animales con signos clínicos similares. Tras ser notificado el brote de tuberculosis, la autoridad competente ordenó el vacío sanitario de la granja. Tres días antes de su sacrificio, 51 madres y 16 gazapos fueron inoculados vía intradérmica (IDR) en la cara interna de la base de la oreja con PPD bovina para valorar la utilidad de esta prueba diagnóstica. Se observó que la infección estaba presente en el 71% de las madres y el 44% de los gazapos mediante al menos uno de los análisis empleados (microbiológico, anatomopatológico o IDR). Los resultados de la prueba de IDR indicaron que esta técnica es buena indicadora de la infección en el conejo en condiciones de campo, ya que en todas las madres reaccionantes a IDR, excepto en una, se confirmó la tuberculosis. El órgano que estaba afectado en la mayoría de los casos era el pulmón, lo que apunta a que M. caprae se propagó principalmente por vía aerógena. El genotipo de la cepa implicada ha sido también detectado en ganado y especies silvestres de la zona, sin embargo, la investigación epidemiológica realizada no ha podido establecer con certeza el origen del brote.
En resumen, a pesar de que la tuberculosis en conejos es algo excepcional, el sector cunícola debería incluir esta enfermedad en sus programas de vigilancia y bioseguridad vigentes. Este estudio ha dado lugar a la publicación de un artículo que se puede consultar en el siguiente enlace.