La bioseguridad engloba todas aquellas medidas encaminadas a minimizar el riesgo de entrada y diseminación de agentes infecciosos en una explotación, y por tanto a mantener a los animales del rebaño sanos. Cuando hablamos de bioseguridad se pueden diferenciar dos niveles: externa e interna. La bioseguridad externa hace referencia al contacto con el exterior, y tiene por objeto prevenir que los agentes patógenos entren o salgan de la granja, mientras que la bioseguridad interna incluye todas las medidas encaminadas a contrarrestar la diseminación de los agentes infecciosos una vez dentro. Así, la bioseguridad externa incluye aspectos como la compra de animales (origen, estatus sanitario y cuarentena), el transporte de los animales, la gestión de residuos (purines, estiércol y cadáveres), la calidad microbiológica del agua y el alimento (pienso/forraje), el acceso del personal y las visitas (ropa, lavado de manos), el control de plagas y vectores, y las instalaciones. La bioseguridad interna se refiere a aspectos como el programa sanitario incluyendo la vacunación, el manejo de los animales por grupos de edad, la separación de animales sanos y enfermos, y los protocolos de limpieza y desinfección.
Si además a estas medidas de bioseguridad les añadimos un sistema de detección precoz de las enfermedades y una vigilancia eficaz, ambas bajo supervisión veterinaria, tendremos las claves para prevenir y controlar las enfermedades de los animales. El sistema de detección precoz aborda las siguientes fases: i) examen clínico; ii) toma de muestras para su análisis laboratorial ante la sospecha de cualquier enfermedad; y, iii) notificación del diagnóstico de la enfermedad al ganadero y de las medidas a implementar. Por su parte, una vigilancia eficaz debe entenderse como la recopilación y el análisis sistemático y continuo de datos, en base a cuyos resultados se pueden tomar medidas de control y prevención, y exige un ejercicio coordinado que incluya a todos los actores implicados, desde el ganadero y el veterinario hasta el laboratorio de diagnóstico.
Todas estas estrategias preventivas (bioseguridad, detección precoz de las enfermedades y vigilancia) servirán para reducir la incidencia de las infecciones en los animales y, en consecuencia, reducir la necesidad de administrarles antibióticos. La reducción del uso de antibióticos mitigará el impacto que su uso en ganadería tiene sobre la diseminación de las resistencias bacterianas, una amenaza para la Salud Pública y un desafío socioeconómico importante.
Desde el Departamento de Sanidad Animal de NEIKER planteamos colaborar con las explotaciones ganaderas del País Vasco en la implementación de estas medidas encaminadas a reducir el riesgo de infecciones en los animales y promover el uso prudente de los antibióticos en Medicina Veterinaria.
Muy interesante artículo.