Como decíamos la semana pasada, en esta nueva noticia, os resumimos la segunda comunicación que presentamos en el XLII Congreso SEOC 2017, que se celebró la semana pasada en Salamanca. Éste caso de abortos tuvo lugar a comienzos de este año en un rebaño caprino de aptitud lechera. A mediados de enero de 2017 el veterinario responsable de la explotación, envió muestras (1 placenta, 6 exudados vaginales y 12 sueros) a nuestro Servicio de Diagnóstico, para la investigación de la causa de los abortos. Las lesiones en placenta y la presencia de bacterias compatibles, junto con la detección de ADN en placenta y fluidos vaginales de cabras abortadas, así como la alta seroprevalencia hallada frente a Coxiella burnetii, confirmaron el diagnóstico de fiebre Q. Tras éste, se realizó un seguimiento de la paridera y se comprobó que la tasa de abortos fue del 80%.
Con objeto de estudiar mejor la infección por C. burnetii en el ganado caprino, realizamos un seguimiento de la excreción de esta bacteria en 35 cabras abortadas en muestras de fluidos vaginales, heces y leche, durante 7 meses. Así mismo, realizamos un seguimiento de la contaminación ambiental generada tras los abortos y la posterior paridera, mediante la toma y análisis de aerosoles del interior y exterior de la cuadra. La carga bacteriana excretada por las cabras abortadas fue elevada (fluidos vaginales>heces>leche), y la excreción se mantuvo hasta al menos 4 meses tras el aborto, especialmente a través de las heces, lo que favoreció la contaminación ambiental, tal y como se deduce de la detección de C. burnetii en aerosoles dentro y fuera de la cuadra a lo largo del periodo de estudio. Aunque desconocemos realmente la importancia o el riesgo que pueden representar para las personas estos aerosoles contaminados, ya que no sabemos la duración de la viabilidad de esta bacteria, como medida de precaución se debe de evitar que personas susceptibles accedan a cuadras infectadas por fiebre Q.
La caracterización molecular de las muestras de fluidos vaginales y polvo, reveló que el genotipo implicado fue SNP-1 ̶ MST-13, genotipo que también se ha hallado en ganado ovino, vacuno, y en casos humanos.
Inmediatamente tras el diagnóstico de fiebre Q el veterinario de la explotación indicó las pautas y medidas de control para evitar la diseminación de la bacteria al exterior de la explotación, se evitó el acceso de personas a su entorno y se vacunó la reposición con vacuna inactivada en fase I. Queremos remarcar nuevamente, la importancia del papel que desempeñan los veterinarios clínicos para la obtención de un rápido diagnóstico de las diferentes patologías que afectan a los rebaños, y que como en esta ocasión, pueden ser zoonosis transmisibles a las personas.