El 25 de Abril se celebra cada año el día internacional del ADN para conmemorar el descubrimiento de su estructura y todos los avances posteriores que gracias a ello han sido posibles. El 25 de Abril de 1953 James Dewey Watson y Francis Crick publicaron en Nature el artículo con la descripción de la estructura en doble hélice del ADN. Nueve años después, los autores del artículo junto con Maurice Wilkins, recibieron el premio Nobel de Fisiología y Medicina por desvelar la estructura molecular de los ácidos nucleicos, descubrimiento que nos ha permitido comprender cómo se replica y se transmite la información genética de una generación a otra. Aunque es esta publicación la que marca el hito de este gran descubrimiento, fueron necesarios muchos trabajos previos para llegar a este hallazgo. De hecho, el ADN se describió por primera vez en 1871, cuando el químico suizo Friedrich Miescher aisló una sustancia entonces desconocida a la que llamó “nucleína”. Años más tarde, el científico alemán Albrecht Kossel identificó la “nucleína” como un ácido nucleico, aisló las bases nucleicas que lo componen, y en base a sus propiedades químicas lo llamó ácido desoxirribonucleico (ADN). Por otra parte, las imágenes del ADN logradas por la cristalógrafa Rosalind Franklin que sugerían una estructura helicoidal, fueron esenciales para que Watson y Crick desentrañaran la estructura en doble hélice de la molécula del ADN. Sin embargo, el mérito fue atribuido a Wilkins, quien compartió dicha fotografía con Watson y Crick sin el conocimiento de Rosalind Franklin. Cuando se publicó el artículo en Nature en 1953 Franklin ya había dejado su investigación sobre la molécula del ADN, y en Abril de 1958 murió de cáncer sin saber el papel fundamental que tuvo su fotografía en el descubrimiento de la doble hélice. En 1962, cuando Watson, Crick y Wilkins recibieron el premio Nobel de Medicina no se hizo ninguna mención a la contribución de Franklin, que solo recientemente ha empezado a reconocerse.
Este y los avances que le siguieron, proporcionaron las bases para el desarrollo de la genómica, ciencia en continuo desarrollo con aplicaciones en distintas áreas de las biociencias. El estudio del ADN nos ayuda a diagnosticar y tratar enfermedades, describir nuevas especies o resolver crímenes. Técnicas como la PCR o la secuenciación de genomas, tan necesarias en el contexto de la pandemia por COVID-19, y que utilizamos de manera diaria en el laboratorio para el estudio de esta y otras enfermedades, no hubieran sido posibles sin todos estos estudios.